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miércoles, 28 de julio de 2010

Lograr intimidad con Dios

                                           ¿Cómo lograr intimidad con Dios?
2º) La salud corporal es un bien para el hombre; pero lo que interesa no es saber el porqué de la salud, sino el poseerla realmente. En efecto, si uno explixa los beneficios de la salud, mas luego toma un alimento que produce en su cuerpo unos humores malignos y enfermedades, ¿de qué le habrá servido aquella explicación, si se ve aquejado por la enfermedad? En este mismo sentido hemos de entender las palabras que comentamos, o sea, que el Señor llama dichosos no a los que conocen algo de Dios, sino a los que los poseen en sí mismo. Dichosos, pues, los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Y no creo que esta manera de ver a Dios, la del que tiene el corazón limpio, sea una visión externa, por así decirlo, sino que más bien me inclino a creer que lo que nos sugiere la magnificencia de esta afirmación es lo mismo que, de un modo más claro, dice en otra ocasión: El reino de Dios está dentro de vosotros; para enseñarnos que el que tiene el corazón limpio de todo afecto desordenado a las criaturas contempla, en su misma belleza interna, la imagen de la naturaleza divina.

Yo diría que esta concisa expresión de aquel que es la Palabra equivale a decir: <>.   

Si os esmeráis con una actuvidad diligente en limpiar vuestro corazón de la suciedad con que lo habéis embadurnado y ensobrecido, volverá a resplandecer en vosotros la hermosura divina. Cuando un hierro está ennegrecido, si con un pedernal se le quita la herrumbre, en seguida vuelve a reflejar los resplandores del sol; de manera semejante, la parte interior del hombre, lo que el Señor llama el corazón, cuando ha sido limpiado de las manchas de herrumbre contraídas por su reprobable abandono, recupera la semejanza con su forma original  y primitiva y así, por esta semejanza por la bondad divina, se hace él mismo enteramente bueno.
Por tanto, el que se ve así mismo ve en sí mismo aquello que desea, y de este modo es dichoso el limpio de corazón, porque al contemplar su propia limpieza ve, como a través de una imágen, la forma primitiva. Del mismo modo, en efecto, que el contempla el sol en un espejo, aunque no fije sus ojos en un espejo, aunque no fije sus ojos en el cielo, ve reflejado el sol en un espejo, no menos que el que lo mira directamente, así también vosotros -es como di dijera el Señor-, aunque vuestras fuerzas no alcanzen a contemplar la luz inaccesible, Si retornáis a la dignidad y belleza de la imagen que fue creada en vosotros desde el principio, hallaréis aquello que buscáis dentro de vosotros mismos. 

La divinidad es pureza, es carencia de toda inclinación viciosa, es apartamiento de todo mal. Por tanto, si hay en ti estas disposiciones. Dios estña en ti. Si tu espíritu pues, está limpio de toda mala inclinación, libre de toda afición desordenada y alejado de todo lo que mancha eres dichoso por la agudeza y claridad de tu mirada de los que no tienen esta limpieza, y, habiendo quitado de los ojos de tu alma la niebla que los envolvía, puedes ver claramente, con un corazón sereno, un bello espectáculo. Resumiremos todo esto diciendo que la santidad, la pureza, la rectitud son el claro resplandor de la naturaleza divina, por medio del cual vemos a Dios.